En el documento "Orientaciones para la pastoral de la carretera", la Santa Sede católica había deslizado su preocupación por "el carácter pecaminoso de la utilización de autos como medio para eclipsar a las otras personas y provocar un sentimiento de envidia". Un ejecutivo de Ferrari, Amadeo Felisa, entendió que el Papa aludía a la marca de Maranello, y respondió: "No siento que las Ferrari sean materia de preocupación. Podrían ser usadas como símbolo de estatus, pero en realidad la mayoría de los clientes compran una Ferrari simplemente porque aman conducir. A menos que divertirse se haya convertido en un pecado, yo no creo que esto sea malo". En el documento, el Vaticano reflexiona sobre la movilidad humana y dicta los diez mandamientos para un conductor. Vía Clarín, donde pueden leerse las instrucciones vaticanas para volverse un conductor en regla con Dios.
El Vaticano vs. Ferrari
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